Los hilos del destino

Si algún día los hilos de destino deshacen sus tejidos

y decidiera el Universo que no pertenecemos en el mismo camino

quisiera decirte lo agradecida que estoy contigo.

Te agradezco haber provocado un ardiente fuego en mi cuerpo

y haber propagado el incendio hasta las profundidades de mi corazón.

Por haber dejado un mar en calma, por darme un nuevo amanecer.

Te agradezco haberme enseñado el verdadero significado de florecer.

No hay quién celebrara mejor mi complicada esencia que tú.

Lo sé, sé que esto tiene sabor a una semi amarga despedida

pero es tan tentador el olvido, cuando se siente entre los huesos,

en la piel, en las venas, cómo se llevan las ráfagas de viento

los fragmentos de un amor efímero. Y quiero que sepas que

 más que un fugaz amor, eras mi atesorado amigo.

Mi preciado compañero, que más hubiera querido que enredarme en tu alma,

plantar mis raíces en tu frágil corazón, y quedarme floreciendo ahí, dentro de ti.

Rodear tu cuerpo con incontables versos, en tu risueño rostro, en tus labios de miel.

Cómo me obligo a olvidarte si en tus brazos aprendí de libertad y de placer.

Cómo olvidarte si en tus manos era donde yo podía volar y renacer. 

Yo solo quisiera pedirle al Universo, que rompa las reglas del

destino y que vuelva a conectar unas horas más contigo

y que ojalá un día logren acariciarte estos versos que te escribo,

dentro de tus desvelos, de tus angustias, de tus cálidos silencios.

Mi estimado y ahora lejano amigo,

¿Qué tendría de malo jugar un rato con el tiempo y el destino?

¿Que tendría de malo embriagarme un día más de ti?

 Y sin importar mis profundos deseos y anhelos, te esfumas como el humo de tus cigarros, y te desvaneces como la noche.

 Siento como tus últimas caricias rozan mis mejillas, y te disuelves como cenizas.

Entonces sabré dentro de mi pecho punzante que ese habrá sido el día de tu partida.

con amor,

Miroslava.